"Mis inicios no fueron fáciles. Comencé trabajando en la calle, arreglando bicicletas con apenas un juego básico de llaves y mucha voluntad. Tenía el sueño de formalizar mi negocio, pero las entidades bancarias tradicionales me cerraban las puertas por no tener historial crediticio ni propiedades que avalaran un préstamo grande. Me sentía estancado, con ganas de crecer pero sin el capital para dar el salto."
"Un amigo me habló de la Cooperativa Los Andes y decidí acercarme a la oficina de Abancay. Fue una sorpresa grata; no me vieron como un número, sino como un emprendedor con potencial. El analista visitó mi pequeño espacio de trabajo, confió en mi palabra y me aprobó el primer crédito 'PYME'. Con ese dinero compré mi primera compresora y una máquina de soldar moderna. Cumplí puntualmente con mis cuotas, y eso me permitió acceder a montos mayores campaña tras campaña."
"Hoy, cinco años después, miro atrás con orgullo. Ya no estoy en la calle; tengo un local propio y maquinaria de corte industrial. Lo más importante es que ahora doy trabajo a tres jóvenes técnicos. La Cooperativa Los Andes ha sido el socio que creyó en mí cuando nadie más lo hizo, y juntos hemos construido este emprendimiento que sigue creciendo día a día."