"Siempre me dediqué a las labores del hogar y a la crianza de animales para consumo propio, como es costumbre en nuestra tierra. Sin embargo, cuando los gastos de la casa aumentaron, me di cuenta de que necesitaba generar ingresos propios sin descuidar a mis hijos. Vi que la venta de cuyes tenía demanda en los restaurantes de Abancay, pero mis criaderos eran rústicos y los animales demoraban mucho en crecer."
"Me animé a solicitar un crédito en la Cooperativa Los Andes para tecnificar mi granja. Con el dinero, no compré cosas innecesarias; invertí en mallas, calaminas y alimento balanceado. Aprendí a separar a los machos de las hembras y a mejorar la genética. El cambio fue notorio: en pocos meses aumenté mi producción y mejoré la calidad de la carne."
"Hoy en día, tengo un contrato fijo para entregar pedidos semanales. No ha sido fácil, requiere levantarse temprano y ser disciplinada con las cuentas, pero ver que mi hija mayor ya está en la universidad gracias a este negocio es mi mayor recompensa. La Cooperativa fue la única que me dio la mano para empezar cuando solo tenía un pequeño corral."